Dulce Patria, recibe los votos con que Chile en tus aras juró que o la tumba serás de los libres o el asilo contra la opresión.
I Ha cesado la lucha sangrienta; ya es hermano el que ayer invasor; de tres siglos lavamos la afrenta combatiendo en el campo de honor. El que ayer doblegábase esclavo hoy ya libre y triunfante se ve; libertad es la herencia del bravo, la Victoria se humilla a su pie.
II Alza, Chile, sin mancha la frente; conquistaste tu nombre en la lid; siempre noble, constante y valiente te encontraron los hijos del Cid. Que tus libres tranquilos coronen a las artes, la industria y la paz, y de triunfos cantares entonen que amedrenten al déspota audaz.
III Vuestros nombres, valientes soldados, que habéis sido de Chile el sostén, nuestros pechos los llevan grabados; los sabrán nuestros hijos también. Sean ellos el grito de muerte que lancemos marchando a lidiar, y sonando en la boca del fuerte hagan siempre al tirano temblar.
IV Si pretende el cañón extranjero nuestros pueblos, osado, invadir; desnudemos al punto el acero y sepamos vencer o morir. Con su sangre el altivo araucano nos legó, por herencia, el valor; y no tiembla la espada en la mano defendiendo, de Chile, el honor.
V Puro, Chile, es tu cielo azulado, puras brisas te cruzan también, y tu campo de flores bordado es la copia feliz del Edén. Majestuosa es la blanca montaña que te dio por baluarte el Señor, y ese mar que tranquilo te baña te promete futuro esplendor.
VI Esas galas, ¡oh, Patria!, esas flores que tapizan tu suelo feraz, no las pisen jamás invasores; con su sombra las cubra la paz. Nuestros pechos serán tu baluarte, con tu nombre sabremos vencer, o tu noble, glorioso estandarte, nos verá, combatiendo, caer.